Invitación.

El 2.012 está a punto de terminar y para Don Pecas & Cía. ha sido un año muy importante.
El 2.013 estará lleno de sorpresas que, por supuesto, compartirán con tod@s.
De lo que ya han compartido hasta ahora, ¿CUÁL ES VUESTRA HISTORIA O IMAGEN FAVORITA?
Don Pecas & Cía. os invitan a que disfrutéis o volváis a disfrutarlas.
Quizá algún@ de vosotr@s todavía sólo conozcáis una parte de ellas.


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[Creado y Creído por Begoña Salido]

¡Inocente!

¿Pero qué broma le habrán gastado a Don Pecas para dejarle con estas pintas?
¡Si él nunca saca las manos de los bolsillos!
Je, je... De acuerdo, lo reconozco... Algo responsable de esta circunstancia también soy. Je, je... Yo y ¡todo el pueblo! Bueno, todo el pueblo y yo.
Ayer Cía. nos contó sus planes y los aceptamos porque no iban a causar ningún daño a nuestro querido amigo.
Unos segundos antes de que sonara el despertador, tras haber sido extraídas cuidadosamente por mí, le ha puesto unas gotitas del líquido que contienen las bombas fétidas en el ala de su sombrero.
Como no se lo quita nunca, el éxito estaba asegurado. Je, je...
Después, los demás hemos hecho nuestro papel muy bien: "¡qué estupendo aroma se respira hoy!", decían unos, "¡huele que alimenta!", decían otros.
Así que el pobre Don Pecas, confundido, ha optado por ponerse una pinza en la nariz.
Un par de horas y unas cuantas gotitas más de olor a podrido, depositadas de vez en cuando con gran disimulo, han sido suficientes para reírnos con él (no de él) y sus caras cada vez que se quitaba la pinza con la esperanza de disfrutar de las fragancias que tanto alabábamos.
¿Y tú? ¿Has gastado alguna broma? ¿O has sido víctima de ella?

¡Navidad!

Tal y como me ha sido solicitado, transcribo el discurso que Don Pecas pronunciará esta noche, en nombre de Cía. y el suyo propio, allí donde quiera ser escuchado.
Cualquier parecido con otros discursos es pura coincidencia.

"Mis queridos amigos:
En estas fechas tan señaladas, os deseamos, llenos de orgullo y satisfacción, toda la felicidad y la paz que seáis capaces de sentir y expresar.
Cía. y yo, podemos prometer y prometemos, que no olvidamos a aquellos que están pasando por circunstancias difíciles, de esas que hacen que se pierda, incluso, la esperanza. Sean pues los primeros en recibir nuestro aliento y un afectuoso abrazo.
Por nuestra parte, ¡jamás habrá recortes en amor para todos!
Un momento, Cía. quiere decir algo. ¿Cómo?
- ¡Miau!
Qué palabras tan sabias... ¡Claro que podemos! No importa cómo lo digamos: ¡nous pouvons! we can!
Sin más, Feliz Navidad."

Chamusquina.

Cuando te sientas en el sofá de Don Pecas & Cía., el tiempo no transcurre como es habitual: los segundos se alargan si tienes prisa para que no se quede ninguna palabra por decir, ni ninguna cabezadita por echar, y las horas se acortan cuando hay demasiada calma.
Yo había perdido la noción de ese tiempo y justo cuando he sido consciente de ello, y sólo entonces, han regresado mis queridos amigos.
Tras los saludos de rigor, les he contado lo de mi nube-carta y les he hecho partícipes de mis sospechas. Pero lo cierto es que no parecían saber nada al respecto. Cía. ha dicho: "¡miau!",  aunque no es de extrañar, porque ella siempre dice miau...
Todos juntos hemos ido a mi casa para contemplar el fenómeno y ¡oh sorpresa!, ambos han empezado a reírse a pierna y pata suelta, respectivamente, en cuanto lo han tenido delante.
¿Recordáis el día que Don Pecas & Cía. decidieron hacer el indio? Pues  parece ser que también hicieron una gran fogata que utilizaron para enviar ¡mensajes con señales de humo!
Ya decía yo que esto olía a chamusquina...
Cía. se ha lanzado sobre la nube para rasgarla y el humo de su interior ha comenzado a formar la palabra "jau", que en indio de toda la vida viene a significar "¡hola! ¿qué tal? ¿cómo te va la vida, rostro pálido?"

En la nube.

Necesito hablar con Don Pecas & Cía.
Hoy he encontrado en mi buzón una... ¡nube-carta!
Sí, sí. Es una carta con forma de nube, o al revés, y algo me dice que ellos están detrás de un hecho tan insólito.
La he cogido con mucho cuidado porque me da miedo que se deshaga o, peor, que al abrirla caiga un chaparrón.
Así que la he dejado sobre la mesa de la cocina, tan esponjosa ella, y he ido a casa de mis amigos.
En la puerta una nota: "no estamos dentro, pero puedes pasar y esperarnos".
Y aquí estoy... Dentro. Esperando. Pensando en las nubes.